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EL MIEDO


 Todos sentimos miedo. Un sentimiento profundo que tiene el poder de bloquear o condicionar nuestra visión y relación con el mundo. Quizá el miedo adulto sea más racional que el de los niños, no lo tengo claro del todo, pero sí son miedos más primitivos los infantiles: miedo a la oscuridad, miedo a los seres sobrenaturales, a los animales peligrosos, etc. Temores de los que se sirve la literatura.

¿Cómo trata la literatura infantil el miedo? Los cuentos clásicos utilizaban el miedo como moraleja, a veces para aprender a través de él la diferencia entre el bien y el mal. Hoy es bien diferente, la mayoría de los libros para niños pretenden ser como un arma de autoayuda, libros para aprender a no tener miedo a la oscuridad, algunos con historias sencillas y facilonas, sin contenido literario, sin narración. También existen otros que cuentan una historia en la que el miedo es el protagonista camuflado dentro de una narración con personajes reales o ficticios, como el clásico “Donde viven los monstruos” de Maurice Sendak, “No puedo dormir” de Stein Erik Lunde y OyvindTorseter, editado por Bárbara Fiore o “Ramón preocupón” de Anthony Browne. 

“No puedo dormir” Stein Erik Lunde y Oyvind Torseter. Bárbara Fiore

“Donde viven los monstruos” de Maurice Sendak
¿Para qué leer libros sobre miedo? No necesitamos la literatura para aprender a sentir miedo, el miedo es algo que aprendemos viviendo, a veces instintivo, necesitamos al miedo de la misma forma que necesitamos vencerlo o controlarlo para que no nos bloquee. ¿La literatura ayuda a este propósito? Con lo emocional y literatura siempre hay dicotomía, ¿tiene que enseñar algo? De todas formas, ¿alguien puede no aprender nada de la lectura de una historia?, ¿hay alguna historia que no contenga sentimientos? Leemos “Ramón el preocupón” y podemos sentirnos identificados y actuar como el protagonista en su búsqueda de soluciones para sus conflictos, podemos empalizar con un sentimiento que desconocíamos o simplemente leer y divertirnos.

Otro tema es: libros informativos para niños. Deben informar y también enseñar a hacerse preguntas y resolver conflictos. Para trabajar las emociones antes hay que experimentarlas, describirlas, ejercitarlas, comunicarlas, etc. Iniciar un diálogo interior, comenzar una conversación con un adulto que tiene que nacer de la motivación del niño o niña para que realmente sea significativo. 


Escribir sobre lo que nos sucede es algo que a mayores y pequeños sirve de catarsis. Pones de manifiesto qué es lo que te da miedo, y quizá puedas a la vez saber de dónde viene y cómo utilizarlo en tu propio beneficio, o dejarlo escrito y así soltar esa preocupación. Un libro precioso, divertido y simpático que invita a redactar nuestros temores es “El gran libro de los miedos del ratoncito” de Emily Gravett editado por Picarona. Escribir de forma libre y espontánea sobre el miedo implica mirarle a la cara sin asustarnos, este libro es un buen comienzo para eso. 


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