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De la lectura de imágenes


 Igual de importante es enseñar a leer imágenes que enseñar a leer textos. A menudo quedan las imágenes supeditadas al texto. Parece que las imágenes complementan al texto y no al contrario. No siempre es así. ¿Qué pasa cuando nos encontramos ante un álbum ilustrado sin texto? ¿Sabemos apreciar las imágenes? ¿Extraemos sus significados? ¿Nos deleitamos y le dedicamos el tiempo que realmente necesitan?

Una imagen puede ser más grotesca e insultante que mil palabras. Pero muchas veces nos centramos en el aprendizaje del texto, dejando a la imagen al libre entendimiento. Si toda imagen es un relato, comunican por sí solas, hay que hacerles el mismo caso. Algunos investigadores proponen leer las imágenes de la misma manera que los textos, es decir, buscando la sintaxis de la imagen. Así pues, buscaríamos el representante de la acción y los actores implicados en la imagen.

El lenguaje de las imágenes, y las relaciones con el texto, exige una formación independiente. “Un discurso no verbal jamás podrá “copiar” a un discurso verbal (y viceversa), la única manera de copiar un texto será con ese mismo lenguaje hecho de letras y palabras, no con otro hecho de punto, línea, color, forma, espacio, textura” Istvan Schritter *.

 Podemos tener en cuenta diferentes vínculos entre texto e imagen. Istvan Schritter establece varias relaciones, a las que añadimos ejemplos:

-Libros en donde el texto manda, y si bien la imagen puede pasarse por alto, eso no siempre implica obviedad o redundancia. Como por ejemplo el libro “Rosa Caramelo” de Adela Turín, ilustrado por Nella Bosnia y editado por Lumen.


-Hay libros en los que los textos siguen sin necesidad de ilustraciones para poder leerse pero no sólo son representables en un cien por cien, sino que son posibles de expandir a través de la imagen sin que esto modifique su interpretación. En este caso las ilustraciones complementan al texto. Las imágenes ofrecen más lecturas, como en el caso de "Gigante Poco a Poco" de la editorial Almadraba, escrito por Pablo Albo y con las ilustraciones de Aitana Carrasco.




 -Hay libros en los que la primera lectura no es igual a la segunda, al agregarse las ilustraciones, se agrega la lectura personal del ilustrador. Como en el maravilloso álbum ilustrado “El Actor” de A buen paso, escrito por Uday Prakash, ilustrado por Simone Rea.





-Hay libros en los que no llegamos a entender el texto sin mirar la imagen. Por ejemplo, “Ser quinto” de Ernst Jandl, ilustraciones de Norman Junge. Editado por Lóguez.





-Libros en los que texto, ilustración y diseño hablan del libro como ser y, manteniéndose el formato tradicional de códice, un juego gráfico nos delata el libro en cuanto cuerpo manipulable. Libros para desplegar, leer dando la vuelta, experimentar con él, como Korokoro de Emilie Vast, publicado por Bárbara Fiore Editora. 

 -Hay libros en donde a la palabra, la imagen y el diseño gráfico, se suma el diseño industrial, en un soporte que deja de tener formato tradicional. Es el caso de los libros-objeto, cuyo ejemplo más conocido son los pop-up.

Parece ser que cuanto más alto es el nivel de enseñanza menos interesan las imágenes, cuando crecemos las ilustraciones pasan a ser dibujitos en cuentos para niños y ya no tienen voz propia. Por suerte los niños saben que no es así, y también la suerte es de aquellos mayores que saben apreciarlas.


*Schritter, Istvan (2005) La otra lectura. La ilustración en los libros para niños. Buenos Aires: Universidad Nacional del Litoral y Lugar Editorial.





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